

Leucate se convirtió en una península, en una ciudad lacustre en la Edad Media, en una fortaleza inexpugnable en el Renacimiento, y su situación geográfica la convirtió en un puesto de observación privilegiado para el enemigo procedente de Aragón y España.
Desde el castillo de Leucate se ve primero el lago, luego el Mediterráneo, el Canigou y la cordillera de los Albères.
Durante cinco siglos, la fortaleza de Leucate sirvió de punto de observación privilegiado y de guardia de la frontera entre los reinos de Francia y Aragón. La firma del Tratado de los Pirineos en 1659 marcó el fin del castillo de Leucate, que fue arrasado por orden de Luis XIV.
Hoy en día, es el mejor lugar para disfrutar de la puesta de sol en el estanque.